La llegada de los romanos a Hispania data del siglo III a.C. En ese momento, la península ibérica estaba habitada principalmente por diferentes pueblos íberos, celtas y tartesios. De hecho, la conquista romana se debió principalmente a la rivalidad existente entre estos pueblos, lo que permitió a los romanos aprovechar sus debilidades y dividirlos en diferentes áreas.
El acceso romano a Hispania fue facilitado por la cercanía geográfica de la península a Italia, que permitió una comunicación más fácil y rápida. Además, la presencia de puerto mediterráneo facilitó la obtención de recursos para la conquista y guarnición.
Los primeros envíos militares a Hispania estaban destinados a la toma de Sagunto, una ciudad en la costa este peninsular. La toma de Sagunto fue el detonante de la Segunda Guerra Púnica, que involucró a Roma y Cartago. Tras la victoria de Roma en dicha guerra, se inicia la conquista total de Hispania, que duró varios siglos.
La toma de la capital celtiberica Numancia fue uno de los hechos más relevantes de este periodo, enfrentando al general Escipión, conocido como el 'Africano', contra los aguerridos guerreros numantinos. Tras varios años de sitio, finalmente los romanos tomaron la ciudad, lo que supuso el sometimiento de todas las tribus celtibericas y el inicio de una nueva era.
La romanización de Hispania se refiere al proceso de conquista y colonización romana de la península ibérica, que tuvo lugar entre los siglos III a.C. y V d.C.
Este proceso tuvo una gran influencia en la cultura, la política y la economía de la península ibérica, ya que la llegada de los romanos supuso el inicio de una nueva era de urbanización y desarrollo.
Entre las principales consecuencias de la romanización de Hispania se encuentran la construcción de ciudades, la creación de una red de carreteras y la implementación de nuevas técnicas de agricultura y minería.
Además, la romanización también implicó la adopción del latín como lengua oficial y la influencia de la cultura romana en la religión, el derecho y la literatura.
En resumen, la romanización de Hispania fue un proceso histórico que tuvo una gran importancia en la transformación política, social y cultural de la península ibérica, y que sentó las bases para la posterior conformación de la España romana.
Hispania era conocida por varias denominaciones en la época romana. Una de las más comunes era la de "Provincia Hispania", que era utilizada por los romanos para referirse a sus territorios en la península ibérica. Además, la región era a menudo llamada "Hispania Citerior", "Hispania Ulterior" o "Hispania Tarraconensis", dependiendo de la ubicación geográfica.
Los romanos establecieron su dominio en Hispania en el año 218 a.C., luego de la Segunda Guerra Púnica. Durante este período, la región fue dividida en diferentes territorios y administrada por distintos gobernadores romanos. Algunos de los más famosos fueron Publio Cornelio Escipión y Julio César.
Los habitantes de Hispania solían ser llamados "hispani" por los romanos, y la región era famosa por su rica cultura y producción de vino y aceite de oliva. Además, la península ibérica era un importante centro comercial y estratégico para Roma, lo que llevó a que se construyeran numerosos edificios y monumentos romanos en la región.
En resumen, Hispania era conocida como "Provincia Hispania", "Hispania Citerior", "Hispania Ulterior" o "Hispania Tarraconensis" en la época romana, y era un importante centro comercial y estratégico para Roma. Los habitantes de la región eran llamados "hispani" y la cultura y producción de vino y aceite de oliva eran conocidas por su excelencia.
Hispania es el nombre con el cual se conoció a la península ibérica durante el dominio romano. La pregunta que surge de manera natural es: ¿por qué se llamó así?
Hay varias teorías y algunas de ellas son bastante interesantes. Una de las teorías más conocidas es que el nombre proviene de los fenicios, quienes en su lenguaje llamaban a la península ibérica "Ispania", que significa tierra de conejos. Se dice que los fenicios encontraron gran cantidad de conejos en la península, por lo que se referían a ella de esa manera.
Sin embargo, también se dice que el nombre pudo haber surgido a partir de la palabra Ibérica. Los iberos eran los habitantes de la península ibérica antes de la llegada de los romanos y se cree que el término podemos venir de ellos, aunque de manera modificada por los romanos.
Por otro lado, hay quienes sugieren que el nombre proviene de la palabra Hesperia, la cual es una referencia a la "tierra del oeste". Los romanos denominaban a las tierras que se encontraban al oeste de Italia con ese nombre, y al conquistar la península ibérica decidieron llamarla Hispania por esa razón.
De cualquier manera, lo cierto es que Hispania se convirtió en un nombre icónico para la península ibérica durante mucho tiempo, incluso después de la caída del Imperio Romano. Actualmente, el término es utilizado en algunas lenguas para referirse a España e incluso al conjunto de países de habla hispana.
La conquista de la Hispania romana comenzó en el año 218 a.C., durante la Segunda Guerra Púnica, con la llegada del general Aníbal Barca a la península ibérica. Sin embargo, no fue hasta el siglo II a.C. que los romanos lograron ocupar toda la península ibérica.
La razón principal por la que los romanos decidieron conquistar la Hispania fue por sus recursos naturales, especialmente los minerales, como el oro y la plata. Además, la Hispania era un territorio estratégico clave para el comercio y la expansión del Imperio romano en el Mediterráneo.
La conquista romana también tuvo como objetivo extender la cultura y la lengua latinas en el territorio, a través de la romanización de la población hispana. Por esta razón, los romanos construyeron ciudades, infraestructuras y monumentos para difundir su cultura y lengua.
La presencia romana en la Hispania duró hasta el siglo V d.C., cuando el Imperio romano cayó y los pueblos bárbaros invadieron la península ibérica.
En resumen, los romanos entraron en la Hispania en el siglo III a.C. para conquistar sus recursos naturales y expandir su hegemonía en el Mediterráneo, así como para romanizar la población hispana mediante la difusión de su cultura y lengua. Esta presencia romana duró hasta la caída del Imperio romano en el siglo V d.C.